Tortura y fabricación de delitos, más de una década sin justicia para Gina y Karla

Por Berenice Santos

Ana Georgina Domínguez Macías y Karla Castro Ramírez fueron torturadas para que firmaran declaraciones prefabricadas y se auto inculparan del delito de delincuencia organizada por distintos hechos en la administración de Felipe Calderón. Han pasado más de una década en prisión preventiva y en busca de justicia.

Ambas forman parte de las siete de cada 10 mujeres privadas de la libertad que sufrieron algún tipo de violencia, incluyendo la tortura, durante alguna etapa de su proceso penal, de acuerdo con un informe de la Secretaría de Gobernación publicado en 2022.

La detención de “La Conta Gina” que no existió

Karla, casi 13 años con secuelas de tortura en prisión preventiva

Karla fue detenida arbitrariamente y torturada por policías federales en Puebla. Fue obligada a autoinculparse de pertenecer a un grupo de secuestradores. Lleva casi 13 años en prisión preventiva y desde el Cefereso No.16 de Morelos busca justicia.

En enero de 2011, la Secretaría de Seguridad Pública Federal informó sobre la detención de Karla Castro Ramírez, alias “La Gorda”, a quien señaló de ser la encargada de alimentar y custodiar a las víctimas del grupo de secuestradores “Los Flacos”, que operaba en el Estado de México.

Sin embargo, Karla fue torturada por policías federales para inculparse del delito de delincuencia organizada y secuestro. Tras 12 años y siete meses de estar en prisión preventiva, no ha sido sentenciada ni hay personas procesadas por la tortura en su contra. Ella y su mamá Lourdes Ramírez Miranda buscan justicia.

Karla y sus hermanos antes de ser detenida. Foto: Cortesía

La tarde del 25 de enero de 2011, Karla, de 23 años de edad, estaba en su casa en Puebla con su gato cuando personas encapuchadas y vestidas de negro arribaron en su domicilio, le gritaron, la obligaron a tirarse al suelo boca abajo, le pusieron su sudadera en su cara, la esposaron, le apuntaron con un arma en la cabeza y la subieron a una camioneta.

Tras ser amenazada, golpeada y quemada, la joven fue trasladada a un lugar, le destaparon la cara y alcanzó a ver que se trataba de oficinas de la Policía Federal, donde fue ingresada y torturada para firmar una declaración en la que se autoinculpaba de formar parte de la banda de secuestradores.

“Me pararon frente a un cartel y me dijeron que tenía que decir lo que estaban leyendo. Yo les dije no porque no sabía ni porqué me tenían ahí, pero me quitaron y me comenzaron a dar cachetadas, me decían que si yo no decía eso me iban a matar”, señaló Karla en la narración que hizo a una médica que le practicó el Protocolo de Estambul, una dictamen que se aplica para comprobar tortura.

Como se negó, los policías hicieron una llamada y le pasaron el teléfono a Karla, quien escuchó que era la voz de un niño que le decía “hermanita” y supuso que era su hermano menor, por lo que accedió a seguir las órdenes.

“Me iban leyendo lo que tenía que decir, mientras ellos me grababan en video, después de eso me pararon frente a un pilar y me vendaron los ojos. Yo sentí que me iban a matar porque me apuntaba alguien con un arma en la espalda y enseguida puso su peso sobre mí, y otra persona me intentó asfixiar con un plástico tapándome la boca y la nariz. Sentí que me ahogaba, que se me iba el aire y sentía que me desmayaba, todas las fuerzas se iban de mi cuerpo, eso lo hicieron dos veces”, narró.

Como Karla,64.4% de las mujeres privadas de la libertada que aseguraron fueron violentadas durante su detención y traslado al Ministerio Público; 47.8% fueron amenazadas con levantarles cargos falsos.

Fuente: Enpol 2021

La madrugada del 26 de enero, una mujer trasladó a Karla a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SIEDO) en la Ciudad de México, donde fue puesta a disposición de un oficial Ministerio Público, quien sólo le dio una declaración prefabricada y con amenazas de dañar a su familia la obligó a firmar.

Posteriormente, la joven fue arraigada por 80 días en el centro de arraigo de la colonia Doctores, en lo que la Procuraduría General de la República (PGR) la investigaba.

En la declaración que fue obligada a firmar decía que Karla participó como cuidadora de las víctimas en la banda de secuestradores “Los Flacos”, integrada por más de diez personas, que operaba en los municipios de Cuautitlán y Jilotepec, Estado de México.

Ese documento fue considerado una prueba confesional de valor probatorio de indicio, por lo que un juez dictó auto de formal prisión en contra de Karla por los delitos de secuestro y delincuencia organizada.

43.9% de las mujeres privadas de la libertada señalaron que fueron acusadas falsamente del delito que se les imputó; 29% recibió presiones o amenazas para declararse culpables.

Fuente: Enpol 2021

Tras ser procesada, el 17 de abril de 2011 Karla fue trasladada al penal de Tepic, Nayarit, donde estuvo cuatro años. El 23 de diciembre de 2015 la cambiaron al Cefereso#16 en Coatlán, Morelos, donde conoció a Ana Georgina Dominguez Macías, quien ahora busca ayudarla para que la dejen en libertad.

“Yo tuve la oportunidad de conocer a Karla, una niña muy tranquila, que ya estaba teniendo los estragos del proceso, esa depresión, esta tristeza de que no ves la luz, no ves el momento que te digan que ya estás libre”, cuenta Gina.

Karen, 12 años y siete meses en prisión preventiva

Una mamá en busca de justicia

Lourdes Ramírez Miranda, mamá de Karla, cuenta que su hija previo a ser detenida vivía sola en un fraccionamiento cercano al de ella en Puebla, pero mantenían comunicación constante y el día que no le contestó el teléfono, fue a buscarla a su domicilio.

“Voy a buscarla y me encuentro con la casa destruida, las ventanas estaban forzadas, la puerta estaba rota, los muebles y la ropa como si hubiera pasado un terremoto. Vecinos me comentan que habían llegado 20 policías federales y se la habían llevado tapada con una sudadera en la cara. Nunca me dieron razón de ella, hasta que fui a la Policía Federal en la carretera México-Puebla”, asegura.

El calvario de Lourdes no termino con localizar a Karla, pues días después fue detenida otra de sus hijas que tenía 18 años de edad. Ella también fue víctima de tortura y obligada a auto inculparse de pertenecer a la banda de secuestradores.

La hermana de Karla pasó más de 11 años en prisión preventiva por el delito de delincuencia organizada y actualmente sigue su proceso en libertad. Sin embargo, enfrenta varias secuelas y por el momento prefiere no hablar de su situación.

Según el relato de Lourdes, sus hijas fueron señaladas por una joven que fue detenida en diciembre de 2010 acusada de pertenecer a la banda de secuestradores. Se trata de Sofía Viridiana Sánchez Guerra, quien también ha denunciado que fue víctima de tortura para auto inculparse e incluso llevo su caso a la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

La mamá de las víctimas afirma que sus hijas son inocentes y que los policías federales las torturaron para fabricarles los delitos debido a que, asegura, en la administración de Felipe Calderón les pagaban bonos a los oficiales por cada detenido por delincuencia organizada.

Dos Protocolos de Estambul comprueban que Karla fue torturada

Desde su detención, Karla manifestó ante un juez que fue torturada para firmar las declaración que presentó el Ministerio Público, pero los juzgados no ordenaron investigar el delito de tortura, ni que se les aplicara el Protocolo de Estambul para comprobar que fue víctima de esa práctica.

El director del Instituto de Justicia Procesal Penal, Javier Carrasco, explica que cuando una persona acusada asegura que fue torturada ante un juez, este debe ordenar que se investigue el delito de tortura y excluir las pruebas que se obtuvieron con esa práctica, en el caso de Karla la declaración prefabricada.

En tanto, Edith Escareño, psicológa de la Red Nacional de Peritos y Expertos Independientes contra la Tortura, menciona que en las investigaciones del delito de tortura, los autoridades exigen el dictamen médico-psicológico basado en el Protocolo de Estambul como una prueba para la investigación.

Sin embargo, la falta de peritos públicos que apliquen el dictamen provoca que las investigaciones se retrasen, además de que el Protocolo de Estambul está sobreestimado porque hay otras formas de comprobar que una persona fue torturada.

“El dictamen puede utilizarse, no es necesario al 100% dentro de las investigaciones porque habrá más pruebas que sustenten el dicho de las personas, como exámenes médicos y evaluaciones de cuando llegan al penal”, destaca.

En 2015, un juez autorizó que se le practicara el dictamen a Karla con sus propios medios. Lourdes menciona que fue complicado encontrar a un perito privado en Tepic, pero localizaron a uno que les cobró 10 mil pesos.

Aunque se comprobó que Karla tenía estrés postraumático, daño físico y psicológico, el juez dijo que tenían que ratificar los resultados con un dictamen realizado por un perito público, que se hizo hasta julio de 2019.

Ese dictámen concluyó que la víctima tenía zonas afectadas corporales por la tortura a la que fue sometida casi 10 años antes. El documento fue entregado al Juzgado de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de México en enero de 2020.

Escareño señala que aunque la Ley General Para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, que entró en vigor en 2017, establece que los dictámenes de peritos privados tienen valor probatorio, los jueces siguen poniendo “candados” y pidiendo los resultados de peritos públicos, lo que provoca que los procesos se alarguen aún más.

Lourdes asegura que el juez no excluyó de la investigación contra Karla la declaración que fue obligada a firmar tras ser torturada, y tampoco ordeno que se investigara el delito.

“Yo creo que tan sólo con el Protocolo de Estambul que comprueba que ella fue víctima de tortura en el momento de la detención y que fue obligada a firmar una declaración que ya estaba realizada, con eso debería ser suficiente para que sea liberada”, señala Lourdes.

Sin embargo, es más complejo, porque aunque se comprobó que Karla fue torturada y se convirtió en una víctima, a la par sigue siendo una persona imputada y debe continuar con su proceso penal, explica el abogado Carrasco.

Sin respuesta de las autoridades

El caso de Karla está detenido desde el año pasado pese a que ya no hay más pruebas por desahogar, debido a que su proceso se lleva a cabo en grupo, es decir, otras personas están procesadas en la misma causa penal 6/2014.

Actualmente, la víctima está esperando que el juez dicte separación de autos, con ello se individualice su proceso y pueda avanzar, también está promoviendo un amparo para que le cambien su medida cautelar.

Karla y su mamá han pedido ayuda a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), al Consejo de la Judicatura Federal, al presidente Andrés Manuel López Obrador e incluso a instancias internacionales para que intervengan, sin obtener ninguna respuesta.

“Siento que estamos en el olvido por parte de las autoridades, que deberían de dar ya una solución, a este calvario, a este martirio”, lamenta Lourdes.

Por otra parte, señala que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) intervino para interponer la denuncia penal por el delito de tortura contra sus hijas, sin que hasta el momento haya avances.

Incluso se enteró que algunos policías federales señalados de torturar a sus hijas enfrentan procesos penales por el delito de secuestro. ¿Qué ironía no?”, cuestiona.

La mamá de las víctimas considera que nada les podrá reparar el daño “ni económicamente, físicamente, ni moralmente, jamás se va a reparar”. Sólo espera justicia.

“Pido justicia para mis hijas y para muchas más personas que están en esa situación. No puede ser que la justicia sea tan ciega”, recrimina.

Desde prisión, Karla, de 34 años, cuestiona que sólo las personas con recursos económicos y vida pública pueden tener acceso a la justicia y lamenta que desgraciadamente su juventud se quedó encerrada entre cuatro paredes.

Pide a las autoridades voltear a ver su caso que sigue incierto y el de las otras mujeres en la misma situación.

 

La tortura sigue permeando

Los casos de Karla y Ana Georgina muestran el uso sistemático de la tortura para la fabricación de delitos perpetrado por la extinta Policía Federal y militares, así como la impunidad que permea en los casos.

Aunque las víctimas fueron torturadas en la administración de Felipe Calderón, la tortura para distintos fines se sigue registrando en el gobierno actual del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien niega que se siga practicando.

De abril de 2018 a marzo de este año, la Fiscalía General de la República (FGR) inició 5 mil 983 carpetas de investigación por el delito de tortura a nivel federal, de acuerdo con datos del Registro Nacional del Delito de Tortura.

Sin embargo, los niveles de impunidad son altos. En los últimos ocho años, las autoridades sólo han emitido 43 sentencias por dicho delito, según datos del Observatorio contra la Tortura.

En tanto, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha recibido 678 quejas por tortura de 2014 a abril de este año. En 41% de los casos fueron señalados elementos de la extinta Policía Federal.

Edith Escareño, psicóloga de la Red Nacional de Peritos y Expertos Independientes contra la Tortura, explica que la tortura en México existe históricamente debido a que en algún momento la propia autoridad sostuvo que esa práctica era necesaria para investigar delitos penales.

“Había que torturar a las personas para que aceptaran la responsabilidad en algún delito y que actualmente no se investigue adecuadamente tiene que ver con eso, con ocultar que en México existe tortura históricamente”, afirma Escareño.

La especialista considera que es preocupante que en la administración actual se niegue que se sigue practicando la tortura, porque sólo se ha enfocado en investigar los hechos del pasado y vuelve vulnerable a la población que sigue siendo víctima de ese delito.

“Negar que hay tortura, es negar a la población concreta, su vulneración y sus derechos”, concluye.

Esta investigación fue realizada en el marco del proyecto “Periodistas contra la Tortura” con el acompañamiento de Documenta

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