El desplazamiento forzado por narcoviolencia causa crisis humanitaria en Chiapas

Por Mariana Morales

San Cristóbal de las Casas.- La violencia criminal en las regiones Frontera y Sierra de Chiapas ha provocado una crisis humanitaria, debido al desplazamiento forzado de más de dos mil personas, originarias de los municipios de Chicomuselo, Socoltenango y La Concordia.

Pobladores desplazados por la narcoviolencia en Chicomuselo, ubicado en la Sierra de Chiapas, acusaron que hay sicarios guatemaltecos contratados por cárteles mexicanos que se disfrazan de militares del Ejército mexicano y, por eso, es que no confían en nadie.

Tras un enfrentamiento entre soldados con pobladores de la comunidad Nueva América, el pasado 16 de enero, algunos de éstos aseguraron que tuvieron que huir de sus hogares por falta de paz, la cual no la tienen ni en el refugio, pues ahí también se han visto hombres armados dando rondines en vehículos distintos.

Cuatro días antes, como prevención, estos mismos pobladores habían tapado con troncos de árboles, alambres y con zanjas en el suelo a fin de evitar el ingreso del Cártel Jalisco Nueva Generación y Cártel de Sinaloa a la región donde también están las comunidades Puerto Rico, Nuevo Resplandor y Chejel, todos desplazados por la narcoviolencia, además de El Raizal, El Retiro, Corona del Rosal, Pablo Sidar, y Rizo de Oro, que han huido de a poco.

“El MAÍZ nos iba a matar y por eso, salimos de nuestras casas”, relató una niña, de apenas 5 años, mientras abraza su peluche blanco, desde la casa en la que ahora están refugiados, donde hay mujeres, hombres, niños, niñas y recién nacidos.

“El  MAÍZ” surgió hace tiempo en la Sierra,  reclutó a pobladores. Significa mano izquierda, es como una estructura social del CJNG, que se dedican a cobrar la extorsión, bloquear carreteras, a sembrar miedo, pero no tienen armas. Abren el camino para que entre el Cártel de Jalisco, el cual ya va armado”, explica otro poblador que por su trabajo a favor de los Derechos Humanos conoce muy bien la Sierra de Chiapas.

Otra persona desplazada, quien sabe bien quién manda en esa región, también contó qué significa estar en un lugar que no es el suyo, por el que ha trabajado en el campo desde hace años.

“Yo no me he cambiado los pantalones, ando los mismos desde ese día del enfrentamiento, trajeron ropa a regalar,  pero no me queda”, explicó.

 “Llorar solo de recordar a mis hijas corriendo rumbo a la presa para salir, nunca pensé que esto nos pasaría. Cómo no vamos a extrañar nuestra tierra si ahí tenemos nuestros animales, siembras. El gobierno no nos ha dicho nada de regresar, pienso que ya no vamos a poder volver, yo ya quisiera regresar, pero algunas personas nos han dicho que no hay las condiciones para regresar”.

Aunque en el refugio cocinan alimentos, hay ropa, juguetes y algunos medicamentos regalados, hay tristeza, llanto y preocupación por saber cuándo regresarán. Muchos prefieren no recordar cómo fue el desplazamiento forzado.

Mientras en el piso escogen la ropa que les regalaron este día, los desplazados narraron que en ese operativo de hace una semana, además de soldados, también estaban los “Kaibiles”, como se les conoce a estos sicarios contratados para apoderarse de territorios que después sirven para guaridas de grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación, así como para controlar el paso de migrantes y flujo de drogas.

“Esa mañana unos 100 soldados se desplegaron en vertical, y cargando motosierras, barretas llegaron caminando dejando sus vehículos oficiales a unos 20 minutos. Frente a ellos nosotros éramos 2 mil pobladores quienes ya sabíamos que esto podía pasar, antes del diálogo en el que el pueblo intentó explicar por qué no los queríamos, los militares soltaron gas lacrimógeno. Algunos se taparon la nariz, el militar nos dijo: cómo tú cabrón, que tienes el bozal.. pero nos habíamos tapado la nariz por el gas. Escuchamos disparos al aire.”, expresó uno de ellos.

“Después del enfrentamiento, que tardó como dos horas, me metí a mi casa, saqué una morraleta con ropa, lo único, caminé con mi hijo hora y media rumbo a la presa (La Angostura), que es otro camino alterno para salir de la Sierra,  vi toda la gente cómo huía, eramos bastantes, muchos dejaron sus motos, rogando a los lancheros que nos sacaran porque el Ejército logró entrar a nuestros pueblos. Me subí a la lancha y perdí la morraleta”.

“Hubo tres personas muertas, que no sabemos cómo murieron ni quién los mató porque ellos huyeron a la montaña y ahí los mataron”.

“Nosotros queremos regresar a nuestras casas, los niños lo piden… el día que regresamos vamos a llevar unas banderitas blancas para que las vea el Ejército y entrar con tranquilidad”.

Esta es la segunda vez, al azotar la violencia en el estado, que pobladores y elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) se enfrentan en esta región, la primera fue  hace ocho meses, el 30 de mayo pasado, en la comunidad Joaquín Miguel Gutiérrez en el municipio Frontera Comalapa, a 40 minutos de distancia, donde hasta hoy se desconoce en contexto de lo qué sucedió.

Aquí no han llegado las despensas de Protección Civil. En otros lugares donde también habían personas desplazadas, y donde llegaron las despensas del gobierno, se han ido dispersando a casas de renta o prestadas, no hay un censo del Gobierno de Chiapas, de cuántos y quiénes son los desplazados  por la narcoviolencia en la Sierra.

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Fuente: Grupo REFORMA 

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