Por primera vez en la historia del país, este domingo primero de junio, se llevó a cabo la elección judicial de jueces, magistrados y ministros, pero el desconocimiento sobre las personas candidatas y el exceso de nombres en las boletas, ocasionó que algunos ciudadanos votaran al azar.
En Estado de México -la entidad más poblada del país, con más de 13 millones de electores- se eligieron 164 cargos: 91 del Poder Judicial del Estado de México y 73 del Poder Judicial de la Federación.
Como lo advirtió hace unos días la consultora Integralia, la premura con la que se implementó la elección judicial, la falta de eventos públicos masivos, la falta de difusión en medios de comunicación tradicionales y personas que en su mayoría no aparecían en la agenda pública, provocaron que varias candidaturas fueran desconocidas entre el electorado.

Aun cuando tenían poca o nula información sobre las personas candidatas a los cargos judiciales, hubo ciudadanos que decidieron ejercer su derecho al voto, aunque en esta ocasión lo hicieron al azar:
“No supe ni por quién chingados voté, porque no conozco a nadie y la verdad no tuve tiempo de estudiar el historial de cada candidato y se me complicó mucho porque son muchísimos, son como diez boletas, solo me guié por apellido”, dijo Antonio Ramírez, ciudadano.
“Ahora sí que voté al azar porque éste es un proceso nuevo para nosotros y como que falta que den a conocer los candidatos que están en las boletas”, señaló Hugo César Hernandez, ciudadano.

En el Estado de México, las personas recibieron diez boletas, la mayoría, con exceso de candidaturas y eso ocasionó que la votación sea considerada compleja, para algunos electores.
“No era tan fácil porque si eran demasiados, hay que irle buscando. Estaba medio complicadito ir buscando el número, ver que coincidiera con el nombre, me tardé como 15 minutos”, dijo Lidia Mejía, ciudadana.

Integralia también advirtió que la complejidad de las boletas y el gran número de cargos, era el entorno propicio para que la mayoría de los votantes acudiera por presión o compra y con “acordeón” para escribir los números dictados por partidos y gobiernos. Esto rompe con uno de los principios de las elecciones democráticas: el voto libre.
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